Cuento: "La Toalla del Mojado"
La toalla del Mojado
Gabriela:
Era un día nublado en Tangamandapio, me levanté de mi cama y me arreglé para ir a la escuela. Le dije adiós a mis papás y me fui directamente al instituto.
Como todos los días, me encontraba con Cecila a la entrada, en eso vi a mi novio Carlos, él era alto, delgado, de tez blanca y de cabello largo ondulado café oscuro.
Mi relación con él no era la mejor en estos días, antes era dulce y tierno, pasaba por mí para llegar juntos al instituto, y ahora se ha vuelto manipulador, posesivo y compulsivo, no me deja salir sola con mis amigas y mucho menos con José Alejandro.
José Alejandro es mi mejor amigo desde la secundaria, compartimos muchas cosas en común y siempre ha sido amable, dulce y cariñoso conmigo. Es gracioso, porque nos conocimos en la premier de la película ganadora del Oscar por mejor dirección “La Toalla del mojado”, de Frankie Rivers, y desde ahí nuestra amistad se fue haciendo más grande; hay veces en las que pienso que José Alejandro gusta de mí, aunque sé que es casi imposible que sea verdad.
El día había transcurrido normal, no pasaba nada inusual en el pueblo y me dirigí a mi casa, cuando de repente, José Alejandro se me acerca. En ese momento empecé a sentir algo que nunca había sentido antes, ni con mi novio Carlos.
Hola Gaby, ¿cómo ha estado tu día?
Jax, ¡hola! muy bien.
Oye, te quería preguntar ¿quieres ir con Ceci y conmigo al cine?
¿Con Ceci?
Sí, están re-estrenando La Toalla del Mojado, ¡es nuestra película favorita!, ¿recuerdas?
En ese momento yo quería decir que sí con todas mis fuerzas, pero sabía que Carlois se iba a oponer ante esto. No pude decir que sí, entonces le dije:
¡Ay! Me acordé que tengo unos pendientes que hacer, pero los puedo acompañar otro día ¿vale?
El me respondió - Claro Gaby, no hay problema, espero que puedas terminar pronto.- En eso me dió un fuerte abrazo, un beso sonoro y se encaminó a su cantón.
En eso me marché a mi casa, triste y desolada ya que no podía ocultar más estos sentimientos… Estaba profundamente enamorada de José Alejandro.
Quería que el mundo desapareciera por un momento, quería ponerle pausa a todo y poder respirar un momento. Estaba tan triste que decidí tomar una siesta, estaba fatigada de mis propios sentimientos.
Cuando abrí mis ojos, lo primero que vi a la distancia fue su sonrisa, pequeña, tierna, con un brillo fascinante, pero nada le hacía comparación a lo perfecto de su mirada, reflejaba toda su alma, daba calidez al contemplarla, lo vi, me quedé sin habla, no sabía si saludarlo o abrazarlo, así que corrí hacia él. Cuando le abracé, su aroma era lo más hermoso de este mundo, relajante.
Caminar de su mano, fue darme cuenta que la piel es más suave cuando estas con quien amas, todo se llenaba de luz a su paso, y que puedo decir que su voz, un coro de ángeles, se queda corto ante esa maravilla, disfrutar el recorrido a través de sus ojos fue fabuloso, de ver tu confianza hacia mi.
Lo más valioso para mi, abrazarle fuertemente en todo momento, es sentir tener la vida misma en las manos.
Solo me entristece algo, el no haberle besado antes.
Antes de abrir los ojos y ver que todo fue un sueño, un maldito sueño en una noche fría y solitaria.
Meses después mi novio Carlos empezó a volver a ser lo que era antes, ya que estaba yendo a terapia, solo que en nuestra relación nada era lo mismo. Seguía enamorada de José Alejandro y no había nada que pudiera hacer para sacarlo de mi cabeza y de mi corazón.
Creo que lo que más me rompió el alma fue que José Alejandro se olvidara de mí y me reemplazara con mi mejor amiga Cecilia. Empezaba a ver cómo ellos dos se volvían más y más unidos, ya no me invitaban a sus planes y solo salían ellos dos juntos. Empezaba a creer que ellos dos gustaban el uno del otro.
Un día me armé de valor y decidí terminar con Carlos, lo amaba mucho pero no de la manera en la que amaba a José Alejandro. Él lo entendió, dando paso a una nueva amistad .
Decidí decirle a José Alejandro lo que sentía, y fue en ese momento en el que lo vi agarrado de la mano de Cecilia, felices, sonriendo el uno al otro. Se veía en sus ojos que estaban profundamente enamorados, dejándome a mí devastada y con el corazón roto.
Comentarios
Publicar un comentario